Pregunta interrumpida. Ejercicio realizado en encuentro FAD guiado por Marie Bardet
Ejercicio especultavio para Laboratorio Residencia NAVE
Los cultivos aquí presentados, son una muestra del material de estudio de un conjunto de esporas encontradas e investigadas por un grupo de científicos.
Lo que se ha descubierto hasta el momento sobre este conjunto de esporas, es que están indudablemente relacionadas, pero pertenecen a diversas especies. Se sospecha que el vínculo entre ellas puede ser un modo de supervivencia, en que esporas de diferentes especies conforman un cúmulo entrelazado, a modo de poder trasladarse y viajar juntas hasta encontrar un espacio propicio para su crecimiento. Una segunda hipótesis es que el entramado de todas estas esporas se debe a que estas pertenecen a la microbiota de algún otro ser holobionte (aún desconocido) y que, por algún motivo, se desprendieron del animal en cuestión y terminaron vagando en este territorio hasta su hallazgo.
Sin embargo, esto no es lo que más atención ha suscitado en la comunidad científica, sino el hecho que desde los primeros estudios, se ha evidenciado que gran parte de estas esporas muestra una intención comunicativa. El grupo de científicos a cargo inició hace algunos días un llamado a investigadores/creadores, de distintas áreas del saber a colaborar en la decodificación de los mensajes, ya que parece una tarea para la que las nociones y herramientas de las ciencias biológicas, no están del todo capacitadas a resolver.
De esta manera, han entregado muestras de algunas de las especies encontradas, que son las que tenemos acá.
Luego de leer los documentos entregados, les invitamos a elegir alguno de estos cultivos e iniciar la aproximación a este desde las Metodologías de afectación aumentada, para lo que se puede guiar con las preguntas que dejo a continuación:
Observación:
¿Qué colores y formas se pueden apreciar en este cultivo?
¿Qué estructuras tridimensionales muestra internamente? ¿Qué me deja ver de sus “entremedios”?
Observar por distintos frentes del objeto y distintas inclinaciones, superficies, iluminaciones ¿Qué cosas cambian en este, como gestos mínimos a observar?
¿Qué olores expele? (puede abrir la placa Petri para esto, procurando no exponerse más de 3 segundos y no tocar directamente el cultivo)
Imagine ¿cómo será el tacto del cultivo, qué texturas deja ver/oler?
Alteración de la dirección de la acción:
¿Qué observa el cultivo? ¿Qué recibe desde los distintas posiciones, luces, a las que estoy exponiéndole en mi exploración?
¿Qué formas/colores/texturas/olores quedan al acceso de este ser?
¿Con cuáles se fusiona y con cuáles se contrasta?
¿Qué más le puedo mostrarle?
¿Dónde desea posarse? ¿Hacia dónde me lleva a recorrer, a moverme por el espacio?
¿QUÉ ENSAMBLES/ACOPLES SE CONSTRUYERON EN ESTE ENCUENTRO?
Red de internet del bosque, pero ¿y la ciudad?
En el último tiempo se han difundido muchos nuevos saberes sobre los hongos, destacando las funciones ecosistémicas colaborativas que muchos de estos tienen. La micorriza, por ejemplo, es difundida actualmente como una “red de internet del bosque”, esta es una estructura simbiótica subterránea de hongos (micelio) y plantas, que cumple un rol comunicativo del sistema ecológico en el bosque. Transporta nutrientes así como información a distintas especies en relación. Estos descubrimientos son alucinantes y muy valiosos para lo que busca este proyecto, aprender de estas formas de existencias. A su vez, este saber despierta los imaginarios que tenemos asociados al bosque como una entidad viva capaz de comunicarse, confirmando saberes ancestrales que han sido invisibilizados y que llegan a nosotrxs caricaturizados, literalmente a través de Pocahontas de Disney, por ejemplo, o más recientemente con la película Avatar. Estos imaginarios que tienen a relevar lo “natural”, el espacio puro de civilización, me inquieta porque puede reformar una visión romatizadora de lo natural como espacio separado de nuestro cotidiano, un otro. Por eso la pregunta ¿y la ciudad?
Los especímenes del reino fungi no están solo en el bosque, no son algo que ir a visitar fuera de nuestro cotidiano citadino. Están en todas partes, es casi imposible evitar inhalar cotidianamente esporas del Aspergillus, por ejemplo, un tipo de moho. Muchos hongos son parte de nuestro cuerpo, en lo que se ha estudiado como la microbióta, comunidad de microorganismos, virus, hongos, bacterias, con los que hacemos cuerpo, no micorrizas, pero sí literalmente hacemos cuerpo. Estos no son un agente externo que se adosa e infecta al cuerpo, cuando nos da candidiasis, por ejemplo, sino que cumplen un rol fundamental en nuestra salud. La cándida, una levadura, vive en nuestra piel y dentro de nuestro cuerpo, de hecho, vive en casi todas partes, la infección sucede cuando se genera un desequilibrio entre las relaciones simbióticas que nos componen. Según Lynn Margulis,“la vida es una unión simbiótica y cooperativa que permite triunfar a los que se asocian”, así que más que buscar en el bosque, quizás sea necesario preguntar desde nuestra experiencia somática más próxima ¿cómo potenciar estas relaciones entonces?
Un primer ejercicio práctico entonces, será observar los hongos de nuestro entorno, permitir la colonización del moho en nuestra fruta, extraer y dejar reproducir hongo de nuestra piel, en una placa Petri, observar, dejarnos afectar e interpelarnos por estas presencias…
Sobre el comer
Qué forma interna tiene la piedra
¿Qué forma interna tiene la piedra?
Expropiación y despojo son dos palabras que se repiten frecuentemente en medio de las conversaciones sobre saberes otros. Diremos saberes otros a esos modos de existencia que cotidianamente se nos presentan que no podemos distinguir, pero que intuimos están alojados en alguna parte.
Hace un par de meses, en un encuentro con Silvia Reviera Cusicanqui en Bolivia, hablábamos sobre cómo descolonizar la mirada. La operación texto e imagen capturada por el exceso de sentido, de cultura. Entre visionados de películas y reflexiones colectivas junto con lxs otrxs residentes, rondaba la pregunta: ¿podemos mirar con todo el cuerpo? Quizás una experiencia correlativa en torno a la pregunta es la de cerrar los ojos y moverse por el espacio o la de cerrar los ojos y tocar otro cuerpo. Mirar hacia dentro, es como conectar el oído con la imagen de algo que imaginamos.
Quiero volver a ese momento. Habitar, otra vez, el entramado de conversaciones y prácticas reflexivas sujetas a una estrecha e íntima convivencia temporal con un grupo de personas que, como dijera nuestra pequeña biblioteca imaginada: para amar a un grupo de desconocidos sin morir en el intento, se necesita de mimos y cocinar los afectos desde el cuerpo. Lo que tengo a mano, es mi bitácora y la memoria:
Mi punto de partida, será compartir la escritura sobre mi primera experiencia vivida escindida de su registro fotográfico (ejercicio que realiza Silvia Rivera Cusicanqui en su cátedra sobre sociología de la imagen):
Estoy con mis ojos cerrados. Mi cuerpo pequeño, quizás de 3 o 5 años. Acostada en la cama, horizontal. Mi nariz presiona fuerte la piel elástica de mi mamá. Entreabro y cierro los ojos observando microscópicamente sus lunares. Sigo en una atmósfera aletargada, semi dormida en ese juego infantil de calcular y tantear sin ver las cosas del entorno. La cosa ahí era el cuerpo de mi mamá. Recuerdo buscar en su piel las marcas que dejaban las sábanas y las ropas apretadas. Esa textura que hendía el cuero me fascinaba.
Dirán quienes me conocen hoy, que sigo con esa manía táctil de rozar repetidamente mi dedo en las marcas de la piel en los cuerpos cerquita mío.
Nos habita una herida colonial. Cuando hablamos de violencia epistémica, nos referimos a la opresión de saberes alternativos y la invalidación de formas de conocer aplacadas por un régimen discursivo y hegemónico que en este contexto corresponde al dualismo moderno, heteronormado, logocéntrico, blanco, antropocéntrico y un largo etc. De esto ya nos han hablado bastante las feministas y lxs estudiosxs del campo anticolonial, como lo es Silvia.
¿Qué hay en la profundidad de un recuerdo que no remite a la función disciplinaria de la mirada? ¿Es tocar algún tipo de sabiduría que yace latente en algún espacio fragmentado del mi pasado?
He nombrado como despojo conectivo a mi herida colonial.
En un ejercicio multitemporal, esta escritura se trata de nexos, de configurar constelaciones, donde el pensamiento colectivo es el sustrato del deseo que empuja la práctica de un movimiento, un gesto. En búsqueda de una estrategia que habilite modos de estar en un paisaje catastrófico. Nuestra vida se ha convertido en una red de agujeros en medio de ruinas y escombros.
Continuando con los días de estancia en Bolivia, en una serie de ejercicios cargados de afecto e intimidad, se erosionaron diagramas de poder-hacer que permitieron rearmar sentidos. Activar la escritura atravesando lo cuir/queer como experiencia de desorganización de la normatividad fue parte de la propuesta que val flores pulsó cotidianamente.
Probar otras posibilidades y relaciones con la escritura. ¿Cuáles gestos son capaces de desprogramar el inconsciente colonial o al menos desviar su narrativa?
Entre las diferentes prácticas que realizamos, el concepto anacronismo como operación que desordena la lógica lineal del tiempo, habilitó formas especulativas que alimentaron diferentes metáforas y relatos de torsión crononormativa. Trabajar con la memoria y el recuerdo de infancia, arrastrando temporalmente paisajes pasados en un actual (presente) que se realiza en otro futuro. Aparecen modos y procedimientos de relación ficcionales. Aparecen espacios en medio de los materiales que componen un archivo guardado en mi memoria.
Sentir el peso de mi cuerpo horizontal, presionando con mi nariz otra superficie flexible, hundirme y probar profundidades del otro, deslizarse en el calor, en medio de una frontera opaca, reconocer limites, líneas y puntos. Enredos microbióticos. Todo lo que puedo nombrar hoy como experiencia pasada de la imagen de un recuerdo donde no existe foto, donde no existe precisión temporal, donde no existe correlación antes, ni después, solo durante. Especular es una forma de acceder a otra posibilidad de existencia, a otra forma de saber(se) diferente y de habitar espacios múltiples.
Mi cuerpo, que se mueve-allí-entre otros cuerpos ¿Qué lo mueve? Si la forma es una consecuencia: ¿Cuáles fuerzas se presentan y son refractadas? La refracción, ese fenómeno de traducción de la luz cuando atraviesa diferentes medios ¿cuáles serán las diferentes trayectorias de los afectos que traspasan mi cuerpo? ¿Qué mapas se dibujan adentro? ¿Cuáles develan mis movimientos afuera?
¿Cómo hacer una política de la imaginación que construya relatos que reivindiquen otra vitalidad de la materia?
Una epistemologia de la fricción o la pelvis como motor de preguntas
El humo de nuestras calenturas infantiles.
De niña tenía una fijación por friccionar mi pelvis en cualquier superficie. Sentía un cosquilleo desde la entrepierna a los pies. Solía hacer esto en la sala de clases cuando el profesor pasaba materia y, cual acto de concentración, yo refregaba/ fraguaba, con moderación mi pelvis contra la silla.
Pelvis-boca-palabra: ¿En qué parte de mi cuerpo se alojan esas pulsiones incontrolables de hundirme/ hendirme en el desgaste reiterado de una idea?
Fricciones y roces. También había temperaturas y turgencias inalcanzables en el gesto. Quizás una posible relación que se actualiza en relacionar signos incompatibles o bien una intencionalidad exploratoria.
Como palabra-cuerpo soy material susceptible que se moldea, modifica y atraviesa de fuerzas-desvíos, direcciones, contactos y empujes. Es el gesto que produce vínculos, acoplamientos y resonancias.
Preguntas a las palabras
Archivo de preguntas realizadas durante ejercicio guiado por val flores en Residencia Inmaterial, octubre del 2022
Preguntas a las palabras:
¿Cuánto cuesta desgarrar el ÉXTASIS a mordiscos?
¿Qué PIEL desgarramos juntas?
¿Le duele al OJO mi mordisco?
¿Por qué el GESTO no reaccionó cuando lo pellizqué?
¿Qué contagio a la INFECCIÓN cuando la rozo, la beso, la muerdo?
Presentación Esporas
Paz Esperanza
Marzo 2024
Primero agradecer enormemente a Andrea y Katya por compartir este precioso texto lleno de recovecos y conexiones. Un texto que sin duda viene resonando con mis pensamientos y con mi escritura en este diálogo entre feminismos, crisis, ciencia ficción y epistemologías.
Siento que este encuentro es parte de esta metodología espórica que nos contamina vinculándonos subterráneamente, a la distancia y en silencio.
Este Fanzine que devino libro, es un enorme aporte para nosotras, pensadoras que se detienen en las grietas, en los dobleces, los detalles y los huequitos. Para quienes nos dejamos llevar por la
especulación gracias a lo diminuto, y que nos vamos inventando historias con aquello imperceptible u olvidado. Muchas de nosotras que seguro hemos sido o somos unos rinconcitos pequeños, invisibles, y hasta olvidados.
“La crítica a la gestión del conocimiento científico, la imparcialidad de la mirada, la objetividad como criterio universal, ha desplazado los saberes relativos a la experiencia de los cuerpos, los territorios, los objetos y las cosas. Lo microscópico e inaudible ha quedado fuera de toda conformación de pensamiento. La violencia del lenguaje y el capacitismo que domina y extingue la intensificación de lo diverso, nos empuja a preguntarnos cómo entrenar la imaginación (Hannah Arendt, 1996), amplificar nuestros sensores de compresión y poner a circular otras historias.
A lo largo de la lectura, esta cita reveló uno de los motivos por los que creo que nos detenemos cada tanto en pequeñeces para hacer lo que nos gusta, insistir en hacerle lugar, no como una colección de miniatura sino como un habitar intensidades menores.
Como antes ya decían, mi nombre es Paz, soy licenciada en filosofía y a un paso de titularme de postgrado en Estudios de género y Cultura. En los ires y venires de la amistad conocí a Katya y Andrea con quienes he tenido la oportunidad de compartir encuentros entre la calle, nuestras casas, amigos y amigas que nos han ido reencontrando. Se han ido tramando en ese contexto algunas reflexiones. Procedo a narrar algunas de ellas que en la lectura de Esporas derivas artísticas vinculantes fueron apareciendo. Iré en orden avanzando por las páginas de este libro deteniéndome como hormiga afectada por las semillas de acacia (Úrsula K. Le Guin) aludiendo al cuento de Úrsula K. Le Guin.
1.- Ensambles ineludibles
Monique Wittig es sin duda un nombre que desde la primera página de este libro me atrapa en su escritura tropezada. Tomo esta primera cita como una invitación constante a sortear los binarismos normativos que organizan el pensamiento y acojo el compromiso de problematizar esa tendencia al orden pues es en ese orden en donde la existencia se desmorona y los tropiezos nos permiten seguir existiendo a pasos más indeciso.
Durante los últimos dos o tres años la escucha se ha vuelto mi compañera. Durante este período de investigación el silencio ha intensificado su presencia y con muchísima dificultad he intentado escuchar su llamado. Cuestión paradójica, porque el silencio parece ser justamente esa falta, un vacío latente y desapercibido, pero que con mucha fuerza se cuela en la experiencia de quienes intentamos hacernos un lugar por ejemplo en la escritura. Mi investigación se ha centrado en la experiencia del silencio, y la lectura de este libro me ha hecho volver a él como una materia ineludible. Tomé la decisión durante mi investigación de experimentar con el silencio, haciendo de la escritura un laboratorio. Tal vez algo similar a un taller, como señala Lucía Egaña respecto a la creación artística. En el laboratorio mi objeto de investigación es el silencio y utilizo para su estudio la experiencia de la escucha.
“El vacío es un silencio parlante” señala Karen Barad (2023, p.19). Es entonces que la metáfora de las esporas parece una imágen adecuada para materializar el lugar que ocupa el vació. La diseminación sigilosa, su comportamiento imperceptible pero contagioso opera y
confabula desapercibido, las trayectorias de las esporas son invisibles a nuestros ojos acostumbrados a la inmensidad de las fronteras y sus categorías. Este libro/fanzine digital que este encuentro invita a leer, se convirtió con el pasar de los días, en un objeto afectivo y virtual, que emite ráfagas poderosas de esporas pensantes, cargadas de vacío e incertidumbres.
2.- Somos cómplices de modos de hacer fúngicos
¿Cuál es la metodología o antimetodologías para la escucha? ¿cuáles son nuestro materiales para poner en práctica este taller/laboratorio? Las autoras parecen proponer materialidades corporales como la saliva, los fermentos, hongos e incluso bacterias que proliferan y hacen proliferar colores, texturas, sabores, olores. En mi caso, la respuesta tentativa aparece en la experimentación. Experimentar con el silencio significó adoptar la escucha como herramienta, el oído, la cercanía, la distancia, el cierro, el aire, los ojos cerrados, la quietud. La indeterminación es mi guía, el silencio no siempre es un lugar contemplativo y calmo, a veces es material de resonancias, vibraciones e inquietudes. Diría en diálogo con Andrea y Katya, que lo que para mi es el silencio, para ustedes es la pudrición, la fermentación, la contaminación. Que a veces es dolorosa, incómoda, a veces es agradable, a ratos es enigmática, insignificante o tensa.
Estoy pensando en sus experimentaciones con la masa, los limones mohosos etc…
Nos une este hacer con el cuerpo, pensar con el cuerpo o los cuerpos. Reconozco en esa reflexión que la lectura de este libro abrió algunas inquietudes e imágenes especulativas respecto de la contaminación fúngica… llegan a lugares insospechados las esporas.
Llevo varios meses acogiendo y brindando hospitalidad a un mundo dentro de mi, tal vez imperceptible a sus ojos pero enorme en mi experiencia. Una infección bacteriana aparentemente es huésped en este momento de mi párpado izquierdo. Hace varios meses mis ojos se transformaron en refugios para estas bacterias, cuyo nombre agradezco no recordar. He intentado todo contra ellas, compresas, cremas, antibióticos, gotas, hierbas medicinales, masajes, no hacer nada, llantén, manzanilla, té verde. Cada tres horas, cada seis horas, dos veces al día; una visita al pabellón de cirugía y varias consultas médicas, con todo esta colonia de seres resistentes se complacen de mis cuidados y mi dedicación. Es una locura porque el último mes este ojo/bacteria ha acompañado mi lectura de este libro y entre siestas, trabajo y labores domésticas también me ha ofrendado imágenes…
…sueño que mi ojo se convierte en una piedra verde cubierta de musgo. A veces adopta la forma de un párpado mariposa, frágil y fácil de arrancar de raíz, a ratos incluso despierta pienso que llevo sobre mi ojo un mundo microscópico que ha establecido su vida en mi párpado como una ciudad minúscula que se expande modificando mi visión, haciéndola borrosa, transformando hasta mis lágrimas.
No oculto mi ojo, lo expongo así, sin maquillaje ni brillos, lo muestro para que cada vez que lo miro una impresión me acompañe en el lidiar con la enfermedad. No me queda mucho más que especular de su origen y su porvenir, crear conexiones múltiples, multiespecie para decir algo sin decir en realidad nada porque no sé a qué se debe esta enfermedad y no hay expertiz médica que explique el bienestar que le ofrezco a estas bacterias.
Leerlas fue un recordatorio para escuchar aquello que se cuela entre cada palabra, prestar atención a los procesos, los fracasos y los hallazgos que rara vez llegan a las conclusiones y las respuestas. Aquellos antiresultados que van quedando apartados por su falta de coherencia o visibilidad, en este caso mis divagaciones creadoras de historias acerca de mi ojo, se trasladan, son inestables. Un día van de mis ojos a mi estómago, una inflamación, una molestia, un cambio de textura, se acerca a rincones profundos e íntimos, alteran las mucosas, generan incomodidad e tensión. A veces apenas puedo abrir los ojos y me desoriento.
Cuando pienso en metodologías fúngicas, pienso también en esto: movimientos intensivos que promueven prácticas espórica. Este tipo de metodologías, a veces paralizantes, dificultan la estabilidad. Efectivamente, determinar dónde y cómo fijar la atención sobre un solo punto implica tensionar el cuerpo. Un desacomodo de su uso normal, una alteración sensible, requiere de plasticidad, tal como describe Catherine Malabou, una de las “colaboradoras” de este
proyecto.
3.- Derivas artísticas vinculantes.
Declaro mi incompetencia y guardo silencio. El arte es un área de la cual participo como espectadora y/o especuladora. Experimento la angustia de una escucha sin objeto pero con materia. La latencia, la espera, la compañía intensiva de sus esporas, es el espacio de la fermentación, descomposición, compostación… lenta, transformadora. Ineludible… Solo podemos evitar aquello que sabemos que está ahí ¿y lo demás? ¿acaso no es materia? Si el arte es ineludible, ¿Cómo se materializa en una metodología fúngica? Justamente, el recorrido por este libro nos lleva a experimentar con esos procesos fúngicos, porque su materialidad es una zona de tránsito cotidiana, porque no hay agencia que logre doblegar su potencia y porque en cada rincón de este objeto virtual se multiplican las conexiones y posibilidades.
Me pregunto y aprovecho de compartir la pregunta con ustedes, para que especulemos/ficcionemos. ¿Qué conocimiento surgen de las experimentación con hongos, esporas y micelio, cuáles son su características, dónde se alojan?
Hoy en medio de mi quehacer en el museo donde trabajo, los hongos me hablaron, mientras entrevistaba a una artista por su uso de bio materiales me contaba que las láminas de agar agar y glicerina que ocupaba para imprimir sus obras eran territorio predilecto de los hongos. En su etapa húmeda requieren cuidados radicales, motivo por el cual había cedido varias de sus bioláminas a la multiplicación de estas existencias que constantemente disputan su lugar en el museo. La mayoría de las veces la urgencia por aparecer, por hacer un lugar en el pensamiento y controlar los resultados experimentales nos impide crear alianzas multiespecie. Pero algo que nos ofrecen Katya y Andrea con este libro es la constatación de que más que expertiz se requiere experiencia. Aquella experiencia de la escucha que se deja afectar, del cuerpo que se detiene a sentir, de la vista paciente y humilde. En consecuencia entiendo que la pasividad de estos gestos es la capacidad de ser afectado por la incertidumbre. El no poder decir que pelea su lugar frente a la necesidad imperiosa de saber qué decir. Un modo de ser fúngico en mi experiencia, radica en la paciencia de los sentidos, la pasividad acogedora de aquello que no tiene rumbo ni porvenir.
4.- Arte Especulativo
La creación, en todas su formas es una batalla con el silencio, con él, a veces contra él, pero siempre en su compañía. Fué esta práctica del silencio aquella que me conmovió a pensar a contapelo de los individual, experimentando lo colectivo como una posibilidad. Era el año 2020 cuando esta experiencia de escucha se volvió paradigmática de un modo de hacer, sentir y pensar con otres. En el silencio del encierro, reducida a la cuadrícula de la pantalla y su altavoz comenzó a leudar una experiencia colectiva de escucha creo que tal vez allí comenzó a crecer bajo tierra el micelio que articula nuestras conexiones afectivas y teóricas. Hoy las esporas son repartidas en las inquietudes futuras de quienes nos acompañan ¿Cual es la potencia transformadora del arte hoy?: su capacidad de compartir.